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Qué tanto dulce deben de comer los niños

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¿Alguna vez se ha preguntado por qué a los niños les gusta tanto el dulce? Resulta que todos nacemos con una predisposición genética para desarrollar preferencia, ya sea por lo salado y lo dulce, y rechazar lo amargo y lo ácido.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué a los niños les gusta tanto el dulce? Resulta que todos nacemos con una predisposición genética para desarrollar preferencia, ya sea por lo salado y lo dulce, y rechazar lo amargo y lo ácido.
De allí la importancia de saber escoger los alimentos que contienen azúcar, miel, panela y fructosa (las fuentes más simples de dulces) para que no generen daños en los niños a corto y largo plazo. Según la nutricionista Silvana Dadán, magíster en nutrición clínica y profesora asistente de posgrados de pediatría y gastroenterología pediátrica de la Universidad El Bosque, “es importante tener claro que estos ingredientes, base de las golosinas, aportan simplemente energía y calorías, con base en los carbohidratos, sin aportar proteínas, vitaminas ni minerales. Es decir, tienen muy bajo valor nutricional”.

Las necesidades calóricas pueden cubrirse con cereales, leguminosas, tubérculos (papas, yuca, plátanos), frutas y vegetales que, además de tener carbohidratos (azúcares), son fuente de vitaminas y minerales”, añade la doctora Dadán.
Es importante tener presente que hay algunos dulces más recomendables que otros. La nutricionista y dietista Angélica María Arriaga dice que los preparados con leche y frutas son dulces sanos, como el bocadillo y todos los derivados de la guayaba, los maníes de azúcar, las galletas de chocolate,  los arlequines de leche, las compotas, las mermeladas de frutas, las gelatinas de pata,  los dulces de frutas y de leche, el arequipe, los postres de natas, entre otros.

Para controlar la ingesta de azúcar, se aconseja instaurar hábitos saludables hacia los 6 meses de edad. Los niños que aprenden a comer sano a temprana edad, continúan con este patrón en su juventud y adultez.
Después de esta edad, se les debe ofrecer varios alimentos de sabor menos intenso, para que después los niños no tengan preferencia por lo dulce. Además, los dulces no deben brindarse como premio de forma permanente.

“Los dulces conforman el séptimo grupo de alimentos que una persona debe consumir diariamente. Su ingesta no debe ser exagerada e indiscriminada, ya que el exceso produce enfermedades como sobrepeso, obesidad, diabetes y caries dental, cuando no se realiza una buena higiene dental”, asegura Arriaga. Incluso, el consumo diario de golosinas desplaza a los alimentos de mayor valor nutricional y genera deficiencias a causa de un exceso calórico. Asimismo, afirma la doctora, “puede generar estados de hipereuforia e hiperactividad, seguidos de depresión, tristeza e incluso agresividad. Además, aumento del tejido adiposo corporal y malnutrición”.

Finalmente, si no hay control a la hora de comer dulces, el niño puede presentar dolor abdominal, inapetencia, diarrea, síndromes de malabsorción (trastornos en la absorción y disponibilidad de nutrientes necesarios para el organismo), especialmente cuando la ingesta es abundante, repetida y cotidiana.


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