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Apio

Apio

El apio puede ser blanco, lo que significa que ha sido blanqueado durante su cultivo o bien que pertenece a la variedad que tiene un color blanco dorado natural, y también verde. Las variedades blancas suelen ser más tiernas y menos amargas que las verdes.
El apio deberá cepillarse en casa para retirar la suciedad. Los tallos deben ser gruesos y crujientes, las hojas verdes y llenas de vitalidad, y el pie sano. Cuando faltan las hojas y los tallos exteriores (lo cual se advierte al examinar la base), lo más probable es que el apio no sea muy fresco, pero cuando está marchito se puede reavivar envolviéndolo en papel mojado y sumergiéndolo en un recipiente con agua fría. Las ramitas de apio crudas se suelen servir con queso, dispuestas en un recipiente con sus decorativas hojas intactas, pero de todas maneras hay que quitarles primero las fibras exteriores, lo que se hace cortando parcialmente los troncos de través, en la base, y arrancando los hilos fibrosos a lo largo.
El apio crudo es excelente con queso, y picado queda muy bien mezclado con requesón y en rellenos para sandwiches. También interviene en rellenos y salsas para aves de corral, y se lo puede rehogar con mantequilla y zumo de limón, como acompañamiento para carnes de caza. Es delicioso si se le da un hervor, se rellena y se sirve gratinado, se brasea o se prepara a la grecque, cuando se lo come frío.