Tan sencillo como poner a hervir un vaso de agua en un cazo y cuando veamos que el agua empieza a dar señales de cocción lo retiramos y lo vertemos sobre la harina. Sin más preámbulos empiece a mezclar. No se corte y hágalo con gracia porque tenemos que conseguir una masa homogénea. Cuando la pasta esté compacta pero blandita añada el aceite de oliva y de nuevo revuélvalo todo. Ahí tiene ya la masa de las delicias.
Por otra parte, y una vez se haya dado un pequeño paseo por el mercado, pique la panceta, trocee los puerros y mezcle todos los ingredientes del relleno. Le recomiendo que lo pase por la batidora eléctrica para evitar algún que otro tropezón.
Deje por un momento el relleno y volvamos a la masa. En una sartén de ésas en las que nunca se pega nada vierta la pasta para hacer unos crepes de unos seis o siete centímetros de diámetro. Una vez hechos, repartimos sobre ellos el relleno en cantidades suficientes como para poder cerrarlos, como si fueran empanadillas.
Para terminar, coloque uno a uno sobre una bonita hoja de lechuga y ponga todo a cocer al vapor unos ocho minutos.