La primera vez que uno ve boquerones frescos, con su cuerpo delgado y su piel brillante, de un azul-verdoso plateado, su belleza sorprende a quien sólo los ha conocido en forma de anchoas enlatadas. Cuando están frescos, se pueden distinguir de las sardinas por su cuerpo más delgado y la mandíbula superior saliente. Para disfrutar en condiciones óptimas de su delicado sabor y aroma deben estar recién pescados.
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