Coger un manojo de ajos tiernos y proceder a trocearlos en longitudes de unos 5 cm. Después, poner a freír con aceite de oliva. Freir a fuego lento y tapar para que se hagan bien, resulten tiernos y no quemados. Antes de terminar de freír los ajos, batir 3 o 4 huevos y cuando ya tengamos los ajos en su punto echarlos, mezclando bien para evitar que queden zonas con mucho huevo y poco ajo, dejando que cuaje.